75 años del crimen de Dresde. Por Eduardo Núñez

La capital de Sajonia, la ciudad alemana de Dresde, llamada la «Florencia del Elba» debido a su magnífica arquitectura y bellos museos, entre el 13 y el 15 de febrero de 1945 fue víctima hace ahora 75 años de unos criminales bombardeos por parte de la RAF y la USAAF, los cuales provocaron la muerte de gran parte de los ciudadanos y la destrucción total de la ciudad. Cabe destacar que Dresde era una ciudad-hospital indefensa, por lo que su destrucción fue una atrocidad y un crimen de guerra injustificable comparable a los de Hiroshima y Nagasaki. El 13 de febrero de 1945, bombardeos ingleses y norteamericanos destruyeron la ciudad de Dresde, conocida por su arte, su cultura y por haber sido durante siglos la capital de Sajonia. La ciudad, junto con sus habitantes, su arte y sus tesoros culturales, se hundieron en un abismo de bombas y fuego. En la actualidad, los crímenes de guerra perpetrados por los Aliados se minimizan, y sus víctimas se niegan y ridiculizan. De hecho, todavía hoy no existe un monumento real para recordar la destrucción de Dresde y sus víctimas ni se quiere reconocer que fue un crimen de guerra.

Los bombardeos terroristas de Dresde, también conocidos como la destrucción o la masacre de Dresde, se llevaron a cabo hacia el final de la II Guerra Mundial por parte de la RAF de Gran Bretaña y la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Con esos nombres se suele hacer referencia a los tres ataques aéreos consecutivos que se realizaron entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, apenas doce semanas antes de la capitulación de Alemania. Por aquel entonces, la ciudad estaba abarrotada de refugiados llegados desde el este huyendo del avance de las hordas del Ejército Rojo. Durante los mismos, entraron en acción la increíble cifra de más de mil bombarderos pesados, que dejaron caer sobre la «Florencia del Elba» cerca de 4.000 toneladas de bombas explosivas y dispositivos incendiarios, arrasando gran parte de la ciudad y desencadenando una tormenta de fuego que consumió el centro histórico de la misma.

El segundo ataque, mayormente con bombas incendiarias, se programó para tres horas más tarde, de modo tal que los bomberos que llegaron de otras ciudades para apagar el fuego también fueron víctimas del ataque. No hubo ninguna resistencia de ningún caza alemán y ningún fuego antiaéreo.

Antes del alba, se produjo un tercer ataque con casi 150.000 bombas incendiarias y bidones de fósforo, para activar la horrorosa pira. Los cazas escoltas tenían la instrucción de descender al nivel de los tejados y barrer «blancos de oportunidad”, y así ametrallaron a masas de gente que atestaban las rutas fuera de Dresde y sobre cualquier cosa visible. Un grupo de niños, del famoso coro de la Iglesia de Kreuzkirche, fue masacrado en la calle del parque zoológico. En aquella hermosa ciudad sajona, el día 13 de febrero de 1945, los aviones Aliados, ingleses y norteamericanos, bombardearon repetidamente la ciudad hasta destruirla por completo. No contentos con ello, el siguiente día, 14 de febrero, los cazas descendieron para ametrallar todo lo que aún se movía. Prisioneros de guerra británicos que habían sido puestos en libertad, ya que los campos donde estaban internados estaban ardiendo, fueron también ametrallados.

El ataque a Dresde ha entrado en la Historia como el bombardeo más atroz que jamás haya sido llevado a cabo. Se estima que hubo cientos de miles de muertos calcinados, aunque la cifra exacta es objeto de controversia, pues es difícil de saber con exactitud. La cifra de muertos en ningún caso desciende de 250.000 personas. Según los cálculos del jefe de la policía de la ciudad, hubo más de un cuarto de millón de muertos, es decir, casi unos cincuenta mil más que en las dos ciudades japonesas víctimas del bombardeo nuclear.

En el libro de David Irving “La destrucción de Dresde” se reproduce un documento secreto, desclasificado, dirigido por el General Ismay, de la RAF, al Primer Ministro Churchill, desaconsejándole, por inútil, costoso e inhumano, el llamado bombardeo estratégico, que otros ingleses, como el Comodoro del Aire Mc Lean y el historiador F.J.P. Veale, calificaron de bombardeos terroristas. Churchill fue desmentido por sus propios subordinados militares. Y lo más grave es que la excusa de que el bombardeo de Dresde había sido solicitado por los soviéticos para facilitar su progresión en territorio alemán también fue desmentida por los propios servicios de Stalin.

Fue la horrenda magnitud de esta masacre lo que inhibió a los Aliados de enjuiciar a los alemanes por haber organizado el Blitz sobre Londres, que sí era un objetivo militar. Sin embargo, no les pareció así a los soviéticos, quienes, en Núremberg, durante el nefasto proceso, demandaron que se acusase a Hermann Goering de haber realizado el bombardeo en Londres. El argumento soviético decía: «Los ataques alemanes fueron la obra de criminales de guerra nazis, quienes hicieron llover la muerte sobre trabajadores inocentes y sobre sus mujeres y niños. Los ataques aliados, por el contrario, fueron llevados a cabo por las fuerzas vengadoras de la democracia a los efectos de hacer salir a las bestias fascistas de sus madrigueras y erradicar al imperialismo y al nazismo». De esta manera los soviéticos justificaron la masacre de Dresde, que aún hoy siguen justificando muchos demócratas bienpensantes.

Un comentario en «75 años del crimen de Dresde. Por Eduardo Núñez»

  1. Siempre será un genocidio y el mundo está en deuda con las víctimas del atroz bombardeo que denigra al ser humano.

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