El ’11-S israelí’, ¿falsa bandera de la entidad sionista?

En la mañana del 7 de octubre, en mitad de las celebraciones de la fiesta judía de Sucot, grupos armados de milicianos palestinos, principalmente pertenecientes a Hamás, aunque también a otras agrupaciones como el Frente Popular para la Liberación de Palestina y la Guarida de los Leones, rompieron la barrera entre Gaza e Israel e invadieron el distrito sur de Israel. Según las informaciones facilitadas por el ejército israelí, los militantes de Hamás tumbaron una valla fronteriza con una excavadora y atravesaron la frontera de Gaza en motocicletas y surcando los cielos con alas delta motorizadas. La operación fue apoyada por el lanzamiento de unos 2.000 cohetes desde Gaza.

Los militantes de Hamás llegaron a irrumpir en hasta 22 localidades fuera de la Franja de Gaza, incluidas ciudades y otras comunidades situadas hasta 24 kilómetros de la frontera de Gaza. En algunos lugares merodearon durante horas, disparando y secuestrando a civiles, incluidos los asistentes a un festival de música, mientras el ejército israelí organizaba una respuesta, que tardó no menos de seis horas en materializarse. Las informaciones apuntan a que fueron secuestrados unos 200 israelíes, que fueron conducidos a Gaza, donde se espera que sean usados como moneda de cambio en las futuras negociaciones entre Hamás e Israel.

No pocas figuras de relevancia han nombrado este ataque como el ’11-S israelí’, entre ellas Richard Hecht, portavoz internacional de las Fuerzas de Defensa de Israel, o Gilad Erdan, embajador israelí en Naciones Unidas. Esto, unido a la sorprendentemente lenta respuesta del ejército israelí, que según fuentes oficiales tardó entre seis y diez horas en aparecer en la región atacada, ha disparado las sospechas de que en realidad se tratara de, si no estrictamente un ataque de falsa bandera, sí una suerte de ‘negligencia consciente’. Que 300 militantes palestinos, algunos de ellos en sandalias y pantalón de chándal como se ve en las imágenes, hayan sido capaces saltarse todas medidas de seguridad, escapar de la zona más vigilada del mundo, penetrar hasta 24 kilómetros en uno de los países más militarizados y con mejores servicios de inteligencia del planeta y secuestrar a no menos de 200 personas y llevárselas de vuelta a Gaza sin que reaccionaran las fuerzas armadas de Israel ha levantado todas las sospechas, y en la mayoría de medios de comunicación se repetía la pregunta de cómo tal cosa había sido posible. Que Egipto haya asegurado que advirtió a Israel de “una operación terrible” diez días antes del ataque y que dicha advertencia fuera ignorada por Israel no ha ayudado a rebajar las sospechas. Las autoridades egipcias aseguran que se sorprendieron ante la “indiferencia” mostrada por Netanyahu, quien subestimó el valor de las advertencias de Egipto y respondió que la situación en Gaza, y especialmente a lo largo de la frontera, estaba “bajo control”.

El hecho cierto es que desde el primer momento se empezaron a difundir informaciones confusas y poco creíbles, tratando de magnificar lo que realmente estaba sucediendo, como las del jefe de prensa de las Fuerzas de Defensa de Israel (quien también habló de un ’11-S israelí’) Nir Dinar, asegurando que los militantes de Hamás habían decapitado a varios bebés israelíes. Algunos medios elevaron la cantidad de bebés a cuarenta, antes de que la noticia fuera descubierta como falsa horas después. Muchos de los vídeos que se difundieron masivamente desde medios y cuentas en redes sociales en realidad pertenecían a otros escenarios y conflictos, o estaban directamente manipulados. También llamaba la atención cómo a las pocas horas de iniciarse el ataque ya se estuvieran difundiendo las fotos y datos personales de decenas de las personas israelíes secuestradas, cuando a esas alturas ni siquiera el ejército había llegado aún a la zona. Otra de las mentiras más repetidas desde el inicio es que el festival de música atacado por Hamás fuera un festival “por la paz”, tratando de darle así un cariz más triste y dramático a todo el suceso, cuando no era más que un festival con motivo de la fiesta de Sucot, y en ninguna de las promociones del evento por parte de sus organizadores se hizo nunca mención alguna a que fuera un festival “por la paz”.

Referente a la respuesta de Israel, se espera que se lleva a cabo un brutal asalto a la Franja de Gaza, que provoque la huida de miles de civiles palestinos -con un más que posible destino en Europa- y facilite la adhesión de nuevos territorios gazatíes a la entidad sionista. Ya se vivieron situaciones similares en Gaza en 2009 y 2014, con cientos de miles de palestinos muertos o desplazados, si bien esta vez se aprecia una notable diferencia en el apoyo mostrado a Israel por parte de occidente. Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Política Exterior y Defensa, ha acusado a Israel de violar el derecho internacional en Gaza y ha asegurado que la UE no suspenderá su cooperación con Palestina, señalando que ha habido un “apoyo abrumador” de los 27 a mantener los fondos para Palestina. Joe Biden, si bien ha ofrecido “todos los medios de apoyo” a Israel, ha indicado que dicho apoyo no incluye el envío de tropas sobre el terreno. Por su parte, y ante las acusaciones de Israel de que en realidad quien estaba detrás de la operación de Hamás era Irán, Alí Jamenei ha negado rotundamente la participación de su país en el ataque, lo que sugiere que Irán no picará el anzuelo israelí y no intervendrá en el conflicto.

Si ni sus fieles lacayos de EE.UU. y la Unión Europea están dispuestos a implicarse en esta nueva ofensiva de Israel contra Palestina, alguien podría pensar que el relato de Israel ha sido tan burdo y poco creíble que, al menos en esta ocasión, no se conseguirá arrastrar a occidente a otra guerra por intereses sionistas y que, de hecho, dependiendo de cómo se desarrolle el asedio de Gaza, Israel podría empezar a perder apoyos entre sus vasallos occidentales.

Esta situación no desencadenará una apocalíptica III Guerra Mundial que traiga un nuevo mundo multipolar, como vaticinan en sus alucinados delirios algunos gurús con ínfulas mesiánicas y demás autoproclamados expertos en geopolítica, pero sí puede ser el principio del fin de la maligna servidumbre de nuestros países hacia la entidad sionista.

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