EE.UU. deporta a Jakiw Palij

Si bien Donald Trump no parece muy preocupado por el creciente índice de criminalidad en EE.UU. desde que asumió la presidencia o por la inmigración ilegal, así como tampoco ha hecho nada para acabar con Black Lives Matter o los diversos grupos antifascistas, cada vez más violentos, habiendo podido declararlos organizaciones terroristas e ilegalizarlos hace mucho tiempo, no le ha temblado el pulso a la hora de ordenar la deportación de Jakiw Palij, un anciano de 95 años que trabajó como guardia en el campo de trabajo en Trawniki (Polonia) en 1943.

Palij no era miembro del NSDAP y tampoco ha sido acusado nunca de crímenes de guerra, pero para el gobierno de Trump su deportación a Alemania ha sido un tema prioritario y se ha llevado a cabo en auténtico tiempo récord. Trump ha sacado pecho de «proteger la promesa de libertad para los supervivientes del holocausto y sus familias» al tiempo que su Departamento de Estado expresaba en un comunicado su profundo agradecimiento a Alemania por admitir a Palij, tras el previo rechazo de Polonia y Ucrania.

Este caso recuerda mucho al de John Demjanjuk, ucraniano que sirvió como guardia en los campos de Sobibor, Majdanek y Flossenbürg, deportado de EE.UU. para ser juzgado en Alemania en 2009, a los 89 años de edad. Aunque en este caso es improbable que Palij sea siquiera llevado a juicio, ya que las autoridades alemanas aseguran que no hay pruebas en su contra.

En definitiva, un caso mediático más para lavar la imagen de Trump y cumplir los deseos de sus amos sionistas. Un brindis al sol que realmente no aporta ni contribuye a nada, algo muy propio de los estados en descomposición y en camino irrevocable al caos y la desaparición, como es el caso de EE.UU.

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